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Sep 22, 2016 | Cultura y entretenimiento

Un lugar común que no falla

El quehacer de maestro se atraviesa por la tragedia cotidiana de un país en crisis económica, pero eso no es lo esencial, lo verdaderamente importante es la complicidad que se evidencia en el camino hacia la resolución del problema. Fer, maestro brillante, es sometido a jubilación obligatoria, lo cual le disminuye su salario, pues para […]

El quehacer de maestro se atraviesa por la tragedia cotidiana de un país en crisis económica, pero eso no es lo esencial, lo verdaderamente importante es la complicidad que se evidencia en el camino hacia la resolución del problema. Fer, maestro brillante, es sometido a jubilación obligatoria, lo cual le disminuye su salario, pues para vivir junto con su esposa Lili no tienen más que eso; empiezan los ajustes de cuentas, las dudas y las decisiones difíciles, que dan como resultado la reiteración del compañerismo y por qué no, del amor. Su historia se presenta como un contraste con Carlos y Natasha, amigos cercanos que llevan una relación dispar en cuanto a su gran diferencia de edad; contraste con su hijo que lleva una vida tan normal que aborrece hasta los mismos esquemas cuya compañera es una extraña más en su entorno y contraste con la concepción tan común de amor que nos ubica en una carrera de sacrificio, imbecilidad y sometimiento.

No se trata de un contraste maniqueo, ellos no son mejores que otros, Lili no es mejor que Tuti, ni más faltaba. Se trata de un manifiesto en forma de relato que pone de cara a la realidad algo que puede ocurrir o no ocurrir, ese algo puede ser encontrar un amor tranquilo, sereno y sobre todo real, es decir, contradictorio, complicado, insoportable en ocasiones, pero puesto allí, para llevarse a cabo. La lucidez se puede hallar en compañía o en soledad, pero en la multiplicación del alma producida por el encuentro con otro u otra (eludiendo a la metafísica y refiriéndonos a lo poético) se alcanza quizás con una profundidad más acentuada, se coordinan los olfatos, las miradas y el ascenso-descenso se hace placentero. La lucidez entendida en voz de Aristarain como:

“La lucidez es conocimiento y lleva en sí misma la condición que la condena a ser aceptada por unos pocos: la angustia.[1]

Es una historia sencilla, característica de las  tardes plácidas, las  charlas amenas y las personas admirables. El drama no excede lo necesario y se habla al espectador como un compañero de vino, café o malteada. Es “Un lugar común que no falla…” Lo que empieza bien, termina bien.

 

Véanla.

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Mundo de sonidos

Cee-Roo artista suizo, también conocido como Cyril Käppeli, es un joven diseñador gráfico y sonoro, guionista, director, camarógrafo, editor, productor, es decir, un filmmaker de 29 años de edad que ha sobresalido en los últimos tres años por su creatividad, su talento y sus múltiples proyectos.

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