Desde 2006 Corea del Norte ha intentado demostrar su poder mediante el uso de pruebas nucleares, las cuales han ido escalando en intensidad por lo que expertos aseguran que el país representa un peligro para la estabilidad internacional.
La última prueba nuclear realizada por Norcorea el pasado 3 de septiembre ha sido la más grande, con una capacidad de 100 kilotones; la bomba atómica de Hiroshima en 1945 contaba únicamente con 15 kilotones.
La amenaza que representa esta situación va más allá de detonar una bomba dentro de un subterráneo como lo han hecho, el riesgo se encuentra en la posibilidad de poder hacerlo lanzándola incluso a distancias intercontinentales.
Las reacciones internacionales no se han hecho esperar, como es el caso de Estados Unidos quien ha amenazado con responder a Corea del Norte en caso de un ataque a él o a alguno de sus aliados. Trump debería tomar una postura más crítica y no seguir la línea agresiva de Kim Jong-un que podría tener consecuencias incalculables.
La postura de China es fundamental al ser uno de los principales socios de Corea del Norte, por lo que éste primero no va a permitir que haya una crisis humanitaria en Norcorea, a pesar de ser un “socio incómodo” es un miembro clave dentro de su geopolítica.
México expulsó al embajador de Corea del Norte en respuesta a las violaciones de su nación al derecho internacional, aunque desafortunadamente no fue por decisión propia, sino que lo hizo bajo la presión de Trump.
Finalmente la situación es incierta, a pesar de las repercusiones, Norcorea se muestra desafiante ante las sanciones de la ONU y otras naciones.
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