En los últimos días, uno de los temas más destacados de la agenda política nacional, ha sido el concerniente a los ya polémicos Matrimonios Igualitarios.
La propuesta, emergida directamente desde el poder ejecutivo, por el presidente de la República, ha sido tema de debate entre distintas facciones dentro de la población.
Por un lado, se encuentran grupos religiosos y de sectores conservadores de la población, que protestan radicalmente en oposición a la acepción de la integración de esta nueva clase de matrimonios entre personas del mismo género. Y por otro lado se encuentran quienes están a favor, en general personas a las que les favorecería la implementación de esta nueva política pública.
En el marco de esta iniciativa por parte del gobierno de Enrique Peña Nieto, cabe destacar que partidos como el PAN, PVEM e incluso su propio partido, el PRI han rechazado rotundamente su proposición.
Según estudios realizados por la Universidad de Vanderbildt en 2010, alrededor del 38% de la población mexicana en general está de acuerdo con los matrimonios igualitarios.
¿A qué se debe este carente nivel de amparo hacia la propuesta de EPN y en general hacia los matrimonios igualitarios? Posiblemente al estigma ya arraigado en muchos sectores de la sociedad mexicana en contra de la homosexualidad, además de una vigorosa y evidente postura de oposición por parte de grupos religiosos, pues los matrimonios igualitarios van en contra de sus principios éticos y morales.
La sociedad irremediablemente se encuentra evolucionando, día con día surgen nuevas demandas sociales, y es necesario, si se desea un progreso favorable, cambiar la forma de pensar de los individuos, hacer que su aceptación hacia las personas diferentes vaya más allá de sus impedimentos cultural y socialmente establecidos. Se debe promover una cultura de igualdad, tolerancia y respeto hacia nuestros conciudadanos. Finalmente ¿Qué nos debe de importar lo que los demás hagan con sus vidas?
Textos AdLíbitum
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