No es sorpresa de nadie que una característica propia de México es su alta sismicidad. A lo largo de los años, hemos sido testigos de la misma de una u otra manera, sin embargo, el contexto entre cada evento ha sido completamente distinto. En el presente texto, se pretende dar cuenta del impacto de una pieza que jugó un papel importante en relación al sismo del 19 de septiembre del año pasado; una manera de difundir los acontecimientos presentados que en la sociedad de hace 33 años, aunque sí se empleó, no lo hicieron del modo que se utiliza en la actualidad: las noticias falsas.
La comunicación ha evolucionado a través del tiempo. Para bien o para mal, hoy en día nos encontramos a un click de distancia de conocer lo que está sucediendo al otro lado del mundo. Esto ha causado también el no solo disponer de la información, sino que es posible para todo aquel que tenga acceso a la red, posea la capacidad de generarla. Esto último sugiere que en muchas ocasiones puede ser cuestionable la veracidad de las noticias con las que podemos toparnos al momento de indagar sobre determinado suceso. Ejemplos existen muchos, y es así que se puede afirmar que verificado 2018 fue una herramienta de una utilidad enorme en las pasadas elecciones, a través de este medio noticias como la manipulación de datos estadísticos en las campañas de los candidatos fueron evidenciadas y de más afirmaciones que giraban en torno al ambiente político de ese tiempo.
El terremoto del 2017 dejó ver claramente el impacto de las redes sociales así como el de la generación denominada por muchos Millennials, los cuales han sido victimas de criticas y subestimaciones. Cientos de publicaciones a pocos momentos de la tragedia lograron llegar a las masas, esto sirvió en la medida en que se requería saber al instante lo que se carecía en las zonas afectadas pues la respuesta era inmediata.
Tal como se puede observar, las distintas redes sociales fueron empleadas como una herramienta para informar así como resolver las problemáticas que se presentaban al instante, sin embargo, de igual forma consiguieron eliminar la barrera entre lo falso y lo cierto. Rumores y noticias que carecían de veracidad fueron propagadas en cuestión de segundos, éstas fungían en muchas ocasiones como el medio de información principal para un gran sector de la sociedad. Esto generó un pánico en común aún más grande que logró alterar a la población; si es que esto podía ser posible después del temor que la ciudad en sí representaba después de los hechos.
A pesar de todas aquellas ventajas que se podrían rescatar de las nuevas vías de comunicación, debemos también tener en cuenta lo que esto conlleva desde otra perspectiva. Las noticias falsas aparecieron en escena conforme los acontecimientos se desarrollaban después del terremoto. Pudimos ser testigos de igual forma de un aprovechamiento en cuanto a fines políticos de la tragedia pues no perdamos de vista que la catástrofe sucedió nueve meses antes de que se llevaran a cabo una de las elecciones electorales más importantes de los últimos años en México. Información respecto al sí/no apoyo hacia los damnificados a través del presupuesto de campaña de los respectivos partidos, repartición de víveres con el logo representativo de cada uno éstos, entre otras, fueron noticias que llegaron a ser consideradas por muchos como verdaderas y no sólo eso, también siguieron siendo difundidas. Situación que creó opiniones claras respecto a uno u otro de los candidato: el voto se dividió.
Dejando de lado las redes sociales y analizando los medios tradicionales de comunicación, es indispensable destacar que éstos también llegaron a ser generadores de información falsa o por lo menos de reproducirla. No dejemos de lado el caso de Frida Sofía, supuesta niña que se encontraba atrapada entre escombros y cuyo “rescate” fue televisado durante horas, al final supimos que todo fue un montaje en el que participaron diversos personajes que se prestaron para llevar a cabo el teatro que mantuvo frente al televisor a miles de mexicanos. Indignante es que este tipo de situaciones se sigan presentando como una realidad que el mexicano desafortunadamente sigue consumiendo, un circo que le sirve de entretenimiento y lo evade de aquello que sí es verdad.
Es así que concluyo que los medios de comunicación se han sabido adaptar a las necesidades de la población que los usa, en el caso del 19 de septiembre fueron de ayuda para muchas comunidades. Por lo tanto, estoy a favor del uso de la redes sociales como vía de comunicación pues su inmediatez ayuda a conocer al instante los sucesos de cualquier índole y de la misma manera, reaccionar ante ellos. Sin embargo, es necesario mantener un ojo crítico hacia lo que se encuentra publicado en la red ya que cualquier persona puede llegar a ser autor de afirmaciones que carecen de sustento, que favorecen a cierto sector o que simplemente pretenden incidir en la forma de sentir respecto a, en este caso, uno de los fenómenos naturales más imponentes que México ha experimentado continuamente: los sismos.
La falta de visión objetiva ante toda noticia derivada de sucesos como el del temblor suscitado en septiembre del año pasado, deja ver la necesidad de aprender a utilizar de manera responsable los medios de comunicación de los cuales somos partícipes, pues la información generada a partir de los mismos llega a ser considerada en primera instancia como verdad, por lo tanto, se genera un criterio fundamentado en algo que podríamos considerar como vacío y que se vuelve inválido al momento de analizar los diversos hechos en los que somos testigos.