Vivir en la Ciudad de México, atado al trabajo, escuela, ámbitos sociales, o cualquier otra labor, resulta ser una tarea difícil. Tener que soportar el tráfico constante, la falta de transporte, competencias laborales, escases de recursos, contaminación, inseguridad, miedo, muertes. Hace que parezca que vivimos en un caos constante.
La vida se vuelve una lucha del día a día, tratando de estar lo mejor posible, convirtiéndonos en una sociedad de sobrevivientes. Tenemos que adaptarnos a todo, para poder vivir.
El 19 de septiembre, fecha conmemorativa por el terremoto de 1985, hace que las personas parezcan héroes, resaltando su ayuda; tanto física como económica. Esto genera un gran conflicto, porque hace pensar que solo tenemos ese sentido de empatía durante el sismo. Pero realmente somos solidarios casi todo el tiempo.
Dejamos que solo lo malo de nuestro país, se convierta en la critica general, por ejemplo; al preguntarle a un grupo de personas ¿qué palabras se le vienen a la mente a al escuchar la palabra; México? , contestando cosas como narcotráfico, pobreza, escases, narcos, etc. Olvidándose muy fácilmente de lo bueno.
¿Qué necesidad hay de minimizar acciones o engrandecerlas dependiendo las circunstancias? ¿Por qué nos volvemos nacionalistas ante el caos? Son preguntas que deberíamos reflexionar, para generar una sociedad civil preocupada por el otro.
Es importante tener una postura donde estemos orgullosos por nuestro país y al mismo tiempo hacer algo por él para ser capaces de levantarlo día a día y no solo cuando ocurra un fenómeno, como es el sismo que genera mucho desastre social.
Somos una ciudad de sobrevivientes, así que si nos ayudamos a diario en menor escala, seremos capaces de ayudar al Otro en los peores momentos y con mayor organización. Tomos tenemos ese lado humano, en donde no pensamos dos veces al ayudar a los demás.
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