La Ciudad de México es uno de los contextos urbanos más sobrepoblados del mundo, se caracteriza por su singular pluriculturalismo con que se muestra, no obstante, hablar de este complejo bagaje que define las formas de vida de los citadinos nos conduce a pensar en un sinfín de expresiones culturales, como lo es la religiosidad.
El fenómeno religioso que se muestra en la ciudad parte de un complejo bagaje de sistemas religiosos que lo conforman, sin embargo, la religiosidad popular es la que con mayor frecuencia se pone de manifiesto entre los pueblos que componen este territorio urbano. La religiosidad popular como sugiere el antropólogo Bolfy Cottom (1992)”parte de un principio profundo que se manifiesta dentro de un colectivo llamado pueblo, ese principio profundo es lo que llamamos cultura, y es la cultura común que comparte un pueblo”.
También es importante señalar que la Religiosidad Popular, “como la expresión religiosa de un pueblo” (ibídem), es un fenómeno que aguarda otras expresiones religiosas populares, como la religiosidad indígena, el protestantismo popular o el catolicismo popular, entre otras con sus diversas características, sin embargo, la que aquí retomo es el catolicismo popular, ya que es la expresión que mayormente caracteriza a los pueblos de la ciudad.
La Religiosidad Popular expresa diversos elementos sincréticos producto del pasado histórico que caracterizan las formas de vida y expresiones culturales de los pueblos, elementos que se encuentran en los sistemas de cargos, las celebraciones o fiestas patronales, los ritos, las peregrinaciones a los santuarios, etcétera., es decir, son las expresiones que reflejan la forma de ver y construir el mundo por parte de los pobladores quienes comparten la experiencia de la religiosidad popular.
Manuel Marzal (2002, pág. 315) define al catolicismo popular “como la forma en que se expresan religiosamente, para dar un sentido trascendente a su vida, las grandes mayorías del pueblo de América Latina, que se definen a sí mismos como católicos, a pesar de su escaso cultivo religioso”.
La devoción y culto a la Virgen María, Cristo y los santos es una de las características principales que definen al catolicismo popular y la forma en que los creyentes experimentan su fe hacia estas entidades, por ejemplo, a través de las fiestas, las peregrinaciones, los rituales, entre otras expresiones.
¿Cuántas de estas expresiones culturales no hemos visto en la ciudad? La fiesta, por ejemplo, representa la celebración más importante que se lleva a cabo en honor al Santo, la Virgen o algún Cristo, actividad que realiza el mayordomo quien tiene a su cargo la imagen sacra. Sin embargo, esta actividad no recae únicamente en él, también es el momento en que se unifica el pueblo devoto para participar en las actividades relacionadas con la fiesta, por ejemplo, en la preparación de los alimentos, hacen algunas donaciones de materiales como cohetes, adornos, flores; hay quienes se encargan del alquiler de las lonas, sillas, mesas, la banda, el sonido, los chilenos, entre otros elementos más que caracterizan las fiestas que de vez en cuando celebran los pueblerinos de la ciudad y entre uno que otro curioso, que sin ser devoto, gusta simplemente de asistir.
El día de la fiesta para unos puede ser algo caótico, ya que no siempre todos los que habitan algún pueblo son devotos, pero tienen que sobrellevar estas actividades por el simple hecho de residir en el mismo contexto, para otros (los devotos), simplemente es un día lleno de emoción y compromiso para servirle al santo.
Las fiestas que llevan a cabo los adeptos pueden variar según los usos y costumbres de cada pueblo, por lo regular casi siempre se lleva la imagen al templo para recibir la misa y bendición, posteriormente en forma de procesión todos se dirigen a la casa del mayordomo donde se efectuara la celebración. Estas prácticas están llenas de símbolos y significados, durante la procesión, por ejemplo, es común que la banda vaya tocando, al mismo tiempo que los chilenos ejecutan los característicos brincos que sobresalen en sus danzas, portando atuendos de múltiples colores y cubriendo sus rostros con mascaras hechas de cartón o madera; los cohetes no pueden faltar durante el recorrido, pues su estruendoso ruido anuncia que el Santo está recorriendo el pueblo y que es un día de fiesta. Finalmente el mayordomo recibe a todos los invitados en su hogar para ofrecer los respectivos alimentos y continuar con la celebración al ritmo de la banda, los cohetes, la bebida, pero sobre todo, con el pueblo unido celebrando a la imagen.
Otra expresión característica del catolicismo popular de los pueblos urbanos, son las peregrinaciones. Estas constituyen el traslado de un conjunto de adeptos hacia un lugar sagrado, es decir, hacia un santuario donde se venera alguna entidad religiosa; las peregrinaciones no son prácticas que únicamente se manifiestan en el ámbito local-comunitario, es un fenómeno que sobrepasa los límites geográficos, es decir, es una expresión que reúne los diversos escenarios de la religiosidad popular en una sola comunidad de adeptos que recurren al santuario en un tiempo periódico, por ejemplo, los pueblos milpaltenses cada año del 3 al 10 de enero, realizan la peregrinación más grande de la delegación que reúne a todos los pueblos que la conforman. Desde las tres de la madrugada del día 3, decenas de nativos salen de sus hogares para acompañar al santo de su devoción rumbo al santuario de Chalma donde, tanto la imagen como la mayordomía y demás devotos, recibirán la misa y bendición.
La Ciudad de México no solo constituye esa urbanidad tan tajante que suele presentarse a través de grandes edificios, tráfico de vehículos, comercio desmesurado, fabricas, parques, museos, delincuencia, sobrepoblación, etcétera., sino que también, es el escenario donde se ponen de manifiesto otras expresiones culturales como la religiosidad popular que profesan buena parte de los citadinos que habitan los pueblos urbanos, quienes le otorgan al contexto un importante panorama de coloridas y simbólicas fiestas, peregrinaciones, ritos, carnavales, etcétera., las cuales rompen los estereotipos con los que se pretende definir una ciudad que mantiene un fuerte contenido histórico.
Bibliografía
Cottom, B. (1992). El pueblo, su cultura y su religiosidad. Una aproximación a la religiosidad popular en la coyuntura actual. México: Centro Antonio de Montesinos.
Marzal, M. (2002). Tierra encantada. Tratado de antropología religiosa de América Latina. Madrid: Trotta- PUCP.