El día dos de octubre de este año, se conmemorará el 48 aniversario luctuoso de, lo que se podría considerar uno de los acontecimientos más emblemáticos de la historia de México en el Siglo XX: La masacre estudiantil del dos de octubre de 1968.
Y, como lo menciona la célebre expresión aludida a la fecha: ¡dos de octubre, no se olvida!, en verdad ¿no se olvida? Es necesario remontarnos a 1968 caracterizado esencialmente por la hegemonía ya establecida del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
A razón de la supremacía Priista contemporánea al México del 68, precisamente en ese año comenzaron a emerger diversos movimientos sociales, especialmente conformados por jóvenes estudiantes de las instituciones más emblemáticas de la educación superior en el país: la UNAM y el IPN, a los que se unieron posteriormente diversos sectores de la sociedad, quienes finalmente buscaban participación política, la democratización de un régimen con rasgos autoritarios.
El movimiento llegó a tener tanta magnitud, que llegado el dos de octubre de 1968, en la Plaza de las Tres Culturas, se suscitó lo inconcebible, que dejó una cicatriz abierta permanentemente en la nación: la matanza estudiantil, ordenada por el entonces presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz, y ejecutado por el deshonroso “Escuadrón Olimpia”.
Indudablemente, tal hecho fue un Crimen del Estado, quien al ver en el movimiento un emergente obstáculo para su régimen autoritario decidió, por lo tanto, terminar por la fuerza con él. El dos de octubre no se olvida, ni se olvidará jamás.