La Tierra, con sus diversas y abundantes formas de vida, que incluyen a más de 7.000 millones de seres humanos, se enfrenta en este comienzo del siglo veintiuno con una grave crisis del agua. Todas las señales parecen indicar que la crisis se está empeorando y que continuará haciéndolo, a no ser que se emprenda […]
La Tierra, con sus diversas y abundantes formas de vida, que incluyen a más de 7.000 millones de seres humanos, se enfrenta en este comienzo del siglo veintiuno con una grave crisis del agua. Todas las señales parecen indicar que la crisis se está empeorando y que continuará haciéndolo, a no ser que se emprenda una acción correctiva. Se trata de una crisis de gestión de los recursos hídricos, esencialmente causada por la utilización de métodos inadecuados. La verdadera tragedia de esta crisis, sin embargo, es su efecto sobre la vida cotidiana de las poblaciones pobres, que sufren el peso de las enfermedades relacionadas con el agua, viviendo en entornos degradados y a menudo peligrosos, luchando por conseguir una educación para sus hijos, por ganarse la vida y por solventar a sus necesidades básicas de alimentación. La crisis pesa asimismo sobre el entorno natural, que cruje bajo la montaña de desechos que se vierten a diario y por el exceso de uso o uso indebido que de él se hace, con aparente desinterés por las consecuencias y por las generaciones venideras.
En realidad, se trata fundamentalmente de un problema de actitud y de comportamiento, problemas en su mayoría identificables (aunque no todos) y localizables. Actualmente poseemos los conocimientos y la pericia necesarios para abordarlos y hemos elaborado excelentes herramientas conceptuales, tales como la equidad y la noción de sustentabilidad. Sin embargo, la inercia de los líderes y la ausencia de una conciencia clara, sobre la magnitud del problema por parte de la población mundial (en muchos casos no suficientemente autónoma para reaccionar), resultan en un vacío de medidas correctivas oportunas y necesarias y en una incapacidad para infundir a los conceptos de trabajo una resonancia más concreta.
Si bien durante muchos años el medio ambiente ha tenido transformaciones en una modernidad basada en las sociedades de estado-nación (toma diferentes formas sociales y políticas), en la que las relaciones de las redes sociales y las comunidades se entienden sustancialmente en un sentido territorial, es decir, la modernización ha transformado a la naturaleza tanto ha sido usada además explotada para el beneficio humano (político, económico, social y cultural) por ejemplo; la globalización, la individualización, la revolución de los géneros, el subempleo y los riesgos globales[1].
Desde mediados de los años setenta, y más claramente en la década de los ochenta, la desigualdad aumentó. Se da ahora una desigualdad ambivalente. No sólo conviven la pobreza y la riqueza, sino que además se pasa de ser rico a pobre, o de estar empleado a desempleado, de un momento a otro. Los individuos se ven o no favorecidos dependiendo del lugar que ocupan en el ciclo de vida. La pobreza y el desempleo afectan a todos, independiente de la clase social. Los conflictos se dan ahora entre distintos momentos. En la actualidad se vive en una sociedad de empleados que se define en términos de la ley laboral y de categorías socio-políticas, dentro de la sociedad de riesgo.
El Riesgo es el enfoque moderno de la previsión y control de las consecuencias futuras de la acción humana, las diversas consecuencias no deseadas de la modernización radicalizada. Pero el régimen de riesgo es una función de un orden nuevo: no es nacional, sino global[2]. La sociedad de riesgo global ha invalidado esas normas, que eran reglas fijas calculadas ligadas a causas y efectos, es decir, riesgos proporciona o puede ser utilizada para apoyar decisiones de control ambiental, ayudando a las agencias normativas a tomar decisiones racionales sustentadas en la mejor información científica disponible.
Sin embargo la problemática ambiental ha generado cambios globales en sistemas socioambientales complejos, que afectan a las condiciones de sustentabilidad del planeta, planteando la necesidad de internalizar las bases ecológicas y los principios jurídicos y sociales para la gestión democrática de los recursos naturales.
Características geográficas del Agua.
El agua es la plataforma de la vida en el planeta tomando en cuenta que el 97.5% de agua es salada y el 2.53% de agua es dulce, en ella se localiza el 68.7% son glaciares, 30.1% agua subterránea, 0.8% permafrost (hielo que estaba en tierra), 0.4% agua superficial y atmosférica, 67.4% lugares de agua dulce, 12.20% humedad del suelo, 9.5% atmosfera, 8.3% humedales y 0.80% ríos.
El ciclo del agua tiene tres fases.
La precipitación constituye la principal fuente de agua para todos los usos humanos y ecosistemas. Esta precipitación es recogida por las plantas y el suelo, se evapora en la atmósfera mediante la evapotranspiración y corre hasta el mar a través de los ríos o hasta los lagos y humedales. El agua de la evapotranspiración mantiene los bosques, las tierras de pastoreo y de cultivo no irrigadas, así como los ecosistemas. El ser humano extrae un 8% del total anual de agua dulce renovable y se apropia del 26% de la evapotranspiración anual y del 54% de las aguas de escorrentía accesibles. El control que la humanidad ejerce sobre las aguas de escorrentía es ahora global y el hombre desempeña actualmente un papel importante en el ciclo hidrológico. El consumo de agua per cápita aumenta (debido a la mejora de los niveles de vida), la población crece y en consecuencia el porcentaje de agua objeto de apropiación se eleva. Si se suman las variaciones espaciales y temporales del agua disponible, se puede decir que la cantidad de agua existente para todos los usos está comenzando a escasear y ello nos lleva a una crisis del agua. Por otro lado, los recursos de agua dulce se ven reducidos por la contaminación. Unos 2 millones de toneladas de desechos son arrojados diariamente en aguas receptoras, incluyendo residuos industriales y químicos, vertidos humanos y desechos agrícolas (fertilizantes, pesticidas y residuos de pesticidas). Aunque los datos confiables sobre la extensión y gravedad de la contaminación son incompletos, se estima que la producción global de aguas residuales es de aproximadamente 1.500 km3.
Asumiendo que un litro de aguas residuales contamina 8 litros de agua dulce, la carga mundial de contaminación puede ascender actualmente a 12.000 km3. Como siempre, las poblaciones más pobres resultan las más afectadas, con un 50% de la población de los países en desarrollo expuesta a fuentes de agua contaminadas. El efecto preciso que el cambio climático produce sobre los recursos hídricos es incierto[3].
El agua como amenaza a la seguridad nacional.
El agua es ya un asunto de seguridad nacional por su escasez, baja calidad, pocas posibilidades de rehúso y la irregular distribución que ocasiona el constante crecimiento de la demanda, la ineficiencia de su uso y el aumento de los niveles de contaminación.
El uso y abuso de los recursos hídricos en el país lo hace no sustentable. Casi la mitad de las aguas superficiales en lagos y ríos están contaminadas, y sólo una tercera parte de éstas tienen agua de buena calidad. Algunos ríos se han vuelto intermitentes debido a tasas de extracción insostenibles a mediano plazo. Respecto a las aguas subterráneas, de los 653 acuíferos que existen en México, 102 están sobreexplotados, particularmente los ubicados en la zona centro y norte del país, de los cuales 17 ya tienen intrusión salina, y 13 presentan un fenómeno de salinización.
Se ha avanzado notablemente en la comprensión de la naturaleza del agua y de su interacción con el entorno biótico y abiótico. Actualmente se poseen mejores estimaciones sobre los efectos del cambio climático en los recursos hídricos y la comprensión de los procesos hidrológicos ha permitido que en el transcurso de los años se haya podido contar con recursos hídricos suficientes para nuestras necesidades y reducir los riesgos de situaciones extremas. Sin embargo, las presiones sobre el sistema hidrológico continental aumentan al ritmo del crecimiento demográfico y del desarrollo económico y se plantean graves retos frente a la falta progresiva de agua y a su contaminación. A mediados del presente siglo, 7.000 millones de personas en 60 países sufrirán escasez de agua, en el peor de los casos, y en el mejor se tratará de 2.000 millones de personas en 48 países.
El agua constituye una parte esencial de todo ecosistema, tanto en términos de calidad como cuantitativos. Una reducción del agua disponible ya sea en la cantidad, en la calidad, o en ambas, provoca efectos negativos graves sobre los ecosistemas. El medio ambiente tiene una capacidad natural de absorción y de auto-limpieza. Sin embargo, si se la sobrepasa, la biodiversidad se pierde, los medios de subsistencia disminuyen, las fuentes naturales de alimentos por ejemplo: los peces, se deterioran y se generan costos de limpieza extremadamente elevados. Los daños ambientales originan un incremento de los desastres naturales, pues las inundaciones aumentan allí donde la deforestación y la erosión del suelo impiden la neutralización natural de los efectos del agua. El drenaje de humedales para la agricultura y la disminución de la evapotranspiración causan otras perturbaciones en los sistemas naturales con graves repercusiones sobre la futura disponibilidad de agua. Una vez más, son las poblaciones que resultan más perjudicadas, no sólo porque viven en zonas marginales inundables, contaminadas y con escaso suministro de agua, sino además porque pierden valiosas fuentes naturales de alimentos.
En los últimos diez años se ha aceptado la importancia de dos conceptos clave, a saber: que los ecosistemas no sólo poseen su propio valor intrínseco, sino que además proporcionan servicios esenciales al género humano y, en segundo lugar, que la durabilidad de los recursos hídricos requiere una gestión participativa, basada en el ecosistema.
La crisis del agua es esencialmente una crisis de gestión de los asuntos públicos, o en otras palabras, de gobernabilidad, por lo que la forma más eficaz de garantizar sistemáticamente la seguridad de un sistema de abastecimiento de agua de consumo es aplicando un planteamiento integral de evaluación de los riesgos y gestión de los riesgos que abarque todas las etapas del sistema de abastecimiento, desde la cuenca de captación hasta su distribución al consumidor. Este tipo de planteamientos se denominan, en el presente documento, planes de seguridad del agua (PSA)[4]. El enfoque basado en los PSA se ha desarrollado para organizar y sistematizar las prácticas de gestión del agua de consumo aplicadas desde hace largo tiempo y para garantizar que dichas prácticas son aptas para gestionar la calidad del agua de consumo.
El mantenimiento de paz se ha convertido en una prominente intervención estratégica para manejar y resolver los conflictos posteriores a la Guerra Fría en la comunidad. Sin embargo, debido al incremento de amenazas complejas a la seguridad internacional, las respuestas de mantenimiento de paz se han hecho más elaboradas. Se hicieron funcionalmente más diversas (incluyendo la prevención de conflictos, asistencia humanitaria, monitoreo de derechos humanos, monitoreo electoral, desmovilización y rehabilitación, consolidación de la paz y reconstrucción post-conflicto), con la composición de desarrollo de misiones, actores inter-gubernamentales, gubernamentales y no gubernamentales).
Aun así, de todas las crisis, de los convenios, programas, leyes etc., ya sean de orden social o relativo a los recursos naturales con las que nos enfrentamos los seres humanos, la crisis del agua es la que se encuentra en el corazón mismo de nuestra supervivencia y la de nuestro planeta.
Conclusión
Esta crisis ha sido explicada desde muy diversas perspectivas. Por una parte, se la percibe como resultado de la presión que ejerce el crecimiento de la población sobre los limitados recursos del planeta. Por otra parte, es interpretada como el efecto de la acumulación del capital y de la maximización de la tasa de ganancia en el corto plazo, que inducen patrones tecnológicos de usos y ritmos de explotación de la naturaleza, así como formas de consumo, que han ido agotado las reservas de recursos naturales, degradando la fertilidad de los suelos y afectando a las condiciones de regeneración de los ecosistemas. Además de la administración de los sectores públicos y privados.
Es importante ver un esfuerzo conjunto de las 26 agencias y entidades de las Naciones Unidas que componen ONU-Agua y que trabajan en colaboración con gobiernos, organizaciones internacionales y no gubernamentales y otras entidades interesadas como lo es por el Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos (WWAP). Al mismo tiempo, una mejor gestión nos permitirá hacer frente a la creciente escasez de agua per cápita en muchas partes del mundo en desarrollo. Resolver la crisis del agua es, sin embargo, sólo uno de los diversos desafíos con los que la humanidad se enfrenta en este tercer milenio y ha de considerarse en este contexto. La crisis del agua debe situarse en una perspectiva más amplia de solución de problemas y de resolución de conflictos.
La globalización no trajo inicialmente un abordaje del sector de agua potable y saneamiento desde la perspectiva de los derechos humanos, una cosa es decir que el agua es una necesidad acuciante y que los gobiernos deben implementar programas para su consecución y otra muy distinta es postular que cada persona tiene un DHA.
El informe principal de las Naciones Unidas sobre el agua. Se trata de un estudio exhaustivo que ofrece un panorama global sobre el estado de los recursos de agua dulce del planeta y tiene como objetivo proporcionar herramientas a los responsables de la toma de decisiones para la implementación del uso sostenible de los recursos hídricos. Puesto que la valoración del agua incluye prioridades sociales y ambientales, así como la recuperación de gastos, el control de los activos debería permanecer en manos del gobierno y de los usuarios.
Las dificultades que existen para fijar los precios del agua reflejan las que se encuentran para valorar el agua, como se indica más arriba, además de que: cada uno de los diferentes sectores económicos donde se utiliza el agua (alimentación, uso urbano, industria, etc.) puede ser valorado de forma diferente; la costumbre de pagar por el agua no está muy arraigada en todas partes; No es siempre posible ni económicamente factible medir el consumo real, lo cual redunda en tarifas aproximadas; el principio de que el que contamina paga no puede aplicarse siempre porque la contaminación del agua (legal o ilegal) es incontrolable.
Las ayudas financieras que se suelen otorgar para facilitar el acceso de los pobres al agua se considera como una estrategia en favor de los pobres. Aunque no siempre tienen éxito, algunos de los mejores sistemas tarifários ayudan a los pobres, lo mismo que la gratuidad de la cantidad inicial de agua consumida y ciertas iniciativas de orden social, tales como la distribución de cupones de agua.
El estado de pobreza de un amplio porcentaje de la población mundial es a la vez un síntoma y una causa de la crisis del agua. El hecho de facilitar los pobres un mejor acceso a un agua mejor gestionada puede contribuir a la erradicación de la pobreza, tal como lo muestra el Informe
Erradicar la pobreza, cambiar los patrones de producción y consumo insostenible y proteger y administrar los recursos naturales del desarrollo social y económico constituyen los objetivos primordiales y la exigencia esencial de un desarrollo sostenible es decir cubrir con los riesgos que se llegase a tener.
Bibliografía
Luhmann Niklas “Sociologia del riesgo”
Beck Ulrich, “La Sociedad de Riesgo Global”, Siglo XXI
Unesco:
[UNESCO-PHI(Oficina Regional de Ciencias para América Latina y el Caribe)]
Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas [http://www.un.org/spanish/waterforlifedecade/human_right_to_water.shtml]
UNESCO ”Hitos del Agua”: [http://webworld.unesco.org/water/wwap/milestones/index_es.shtml]
ONU MEXICO [http://www.onu.org.mx/objetivos_de_desarrollo_del_milenio.html]
De asuntos Económico y sociales de Naciones Unidas ONU-DAES
Gráficos vitales de Agua. [Policía Bree on Wáter Quality. ONU-Agua, marzo 2015 Wáter Quality for Ecosystems and Human Health. 2ª edición. PNUMA, ERCE, UNESCO. 2008 3er
Informe sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo El agua en un mundo en constante cambio. WWAP, 2009 Vital Water Graphics. PNUMA ]PNUMA
[1] Departamento de asuntos Económico y sociales de Naciones Unidas ONU-DAES.
[2] Unesco: [UNESCO-PHI(Oficina Regional de Ciencias para América Latina y el Caribe)]
[3] Beck Ulrich, “La Sociedad de Riesgo Global”, Siglo XXI, pág. 2
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