Víctimas de la enfermedad y la exclusión social
120 latidos por minuto es el nombre de una película francesa que llegó a México en el festival de cannes en el 2017. Dirigida por Robin Campillo y protagonizada por Nahuel Pérez Biscayart (Sean) 120 latidos cuenta la historia de un grupo de activistas que se hacen llamar “act up”. Al inicio de la década de los noventa se desata un crecimiento de SIDA en la población; act up se conforma principalmente por jóvenes, varios se encuentran en fase terminal de la enfermedad; a pesar de sus diferencias sobre los medios, todos tienen el mismo fin, exigir al gobierno y a laboratorios médicos un tratamiento adecuado para tener mayor calidad de vida.
Ellos han sido segregados debido a la indiferencia y desinformación acerca del letal virus. Sean lidia todos los días con la enfermedad que está acabando con su vida y la de sus allegados, sin embargo, es un líder activista lleno de energía que se enfrenta a las autoridades de manera radical e inspira a Nathan para luchar por la misma causa.
La película expone la ignorancia de creer que las víctimas de SIDA únicamente son homosexuales, prostitutas y drogadictos, a su vez la película muestra diversas posturas acerca de la información de sexualidad a los adolescentes, por un lado están los profesores que apoyan la idea de las pláticas informativas y por el otro, y en su mayoría, la perspectiva absurda de creer que darle un preservativo a un adolescente lo incentiva a tener relaciones sexuales.
Es ahí donde radica el problema, en la falta de conciencia, de información, en la segregación a sectores vulnerables y el desinterés de las autoridades. 120 latidos por minuto plantea un esquema amplio sobre el tema y hace que el público espectador, reflexione en torno a éste.
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